En la elección diaria de aceptarte a ti mismo, no hay términos medios: o te aceptas o no te aceptas. Y esto implica aceptarte independientemente de las soledades, las compañías, los amores, los desamores, los éxitos, los fracasos, los empleos encumbrados o las cesantías por las que pasares. Implica aceptarte independientemente de cuán atractivo/a, inteligente y tenaz te consideres. Implica aceptarte en todo momento y lugar.
Creo que no te aceptas cuando rechazas invitaciones porque piensas que los demás son más divertidos. Cuando te vistes acorde a la moda, aunque estés en disidencia con la vestimenta, pero le eres fiel a la moda. Cuando dices que tienes trabajo porque tu empleador es muy considerado, cuando se supone que has hecho méritos para tenerlo. Cuando rechazas los cumplidos de una persona del sexo opuesto, o cuando ese cumplido genera en vos una euforia inusitada. Cuando no puedes mirarte al espejo sin pestañear y desde el rostro hasta los pies. Cuando te vistes de mangas largas en pleno verano porque te acompleja la poca tonicidad de tus brazos. Cuando crees que el goce sexual de tu pareja sólo tiene que ver con su fisiología y su capacidad amatoria, y no ha contribuido en nada tu entrega. Si no logras aceptarte, no logras amarte...
